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“Image comics. La revolución de la imagen” por Pedro Angosto

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Tanto el nuevo renacer de DC como el continuo declinar de Marvel quedaron eclipsados en 1992 cuando, como ya avanzamos, los 7 artistas más vendidos de Marvel decidieron irse y fundar su propia compañía, distribuida en principio a través de la ya existente Malibú, pero que pronto se independizó.

El primero de los títulos fue Youngblood, la particularísima versión de Rob Liefeld de los Teen Titans de DC, con Speedy/Shaft al mando. Arrasando en ventas, el éxito provocó un aluvión de series, algunas más del propio Liefeld, copíando personajes Marvel, DC y copiándose hasta a sí mismo, en una orgía de dientes apretados, héroes hiperviolentos, armas, mujeres esculturales en posturas imposibles, fondos inexistentes, peleas interminables y guiones…¡ nulos! Los autores Image habían decidido que, tras trabajar en Marvel con el editor puliendo sus ideas, ellos no necesitaban guionistas.

El resto de títulos Image, como Youngblood, estaban llenos de personajes con pistolones a lo “Cable”, más mujeres de curvas imposibles y demás personajes que recordaban inmediatamente a los títulos mutantes de los que Lee, Portaccio, Silvestri y el propio Liefeld habían salido.

Los WildCATS de Jim Lee son quizás la idea más salvable, quizás por que, a pesar de lo incomprensible de sus primeros números, escritos por Brandon Choi, pronto gozó de los guiones de Claremont o James Robinson y hasta Alan Moore realizaría una meritoria etapa, a base, como no, de negar todo (o casi) lo que había ocurrido antes.

Los Wetworks de Portaccio, que también empezaban por “W”, eran un grupo muy similar, de pieles metálicas, y que luchaban contra vampiros, hombres lobos y demás. Conceptos quizás interesantes o con posibilidades, pero que en muy pocas ocasiones pasaron de las escenas de metralletas disparando a tutiplén.

Cyberforce era la serie de Silvestri, tan metálicos y armados como los otros tres y tan carentes de argumentos y personalidades definidas. Los superhéroes Image -como pasa ahora con los de DC- jamás se quitaban el traje, no tenían vida de paisano, dormían con su metralleta y sus ortopédicos seis brazos metálicos. Seis, si no eran ocho.

Jim Valentino se decantó por ShadowHawk (influenciado por el Starhawk de sus Guardians of The Galaxy), un oscuro héroe urbano, enfermo de S.I.D.A. que se tomaba la venganza por su mano PARTIENDO LA ESPALDA de sus enemigos.

Erik Larsen es quizás el único autor algo conexo de todos estos: Tras su colaboración en Spider-Man, uno de sus personajes favoritos, lanzó su serie Savage Dragon, cumpliendo (a decir de Peter David) su sueño de trabajar con Hulk. Dragon era grande, verde y -salvo por aleta- bastante parecido al Hulk que David había desarrollado.

Erik tiene sus defectos y sus virtudes, sus límites artísticos y sus grandes influencias, pero por lo menos ha tenido la constancia de pasarse 20 años realizando el solito su serie, guión y dibujo, a la que ha llenado de coloridos villanos y e imposibles tramas de las que solo el más desatado Jack Kirby podría apreciar. Sin duda, representa a la perfección el espíritu del autor independiente que se lo guisa y se lo come, aunque con los años los lectores que han permanecido fiel a lo que hace sean una pequeña minoría.

Por último, Todd McFarlane, tras tontear en Spider-Man con una versión más oscura de su enemigo/aliado Prowler, le añadió los toques demoniacos y las cadenas de Ghost Rider para originar su Spawn, un ser demoníaco con poderes omnipotentes pero que disminuían cuanto más los usaba. La serie no hubiese llegado lejos de no ser por que un par de guiones de Alan Moore y Neil Gaiman generarían todo un mundo de posibilidades que McFarlane, que montó un emporio juguetero basado en su personaje, sigue explotando hasta nuestros días.

Paradójicamente, los campeones de los derechos de autor como Todd acabaron inmersos en un largo pleito por la creación de Medieval Spawn y Angela, la aportación de Gaiman, que acabó recuperando a los personajes.

El “Universo Image” habitado -supuestamente- por todos estos personajes pronto se fue al traste, ya que cada autor quería controlar totalmente sus creaciones y a pesar de los cruces iniciales, los siete Universos de cada autor y sus respectivas compañías se hicieron pronto estancos. Tanto, que un proyecto como Image United en el que iban a reaparecer todos juntos jamás llegó a concluirse.

Problemas de producción y la calidad de sus cómics hicieron que los miembros expulsasen a Rob Liefeld, que siguió por separado con su sello Awesome. Jim Lee fue el siguiente en separar Wildstorm del resto, uniéndose pronto a DC Cómics como sucursal. Silvestri casi lo sigue y aunque su Top Cow sigue formando parte de Image, ahora es totalmente autónoma. Portaccio desapareció como autor y Jim Valentino, aunque recupera a su Shadowhawk de tanto en tanto, ahora se dedica a publicar en Shadowline exitosos proyectos de otros autores.

Eso es lo que ha acabado siendo Image Comics: el mayor conjunto de autores independientes, aunque ahora ya cualquier parecido con las series de Marvel o DC son pura coincidencia.

Artículo de Pedro Angosto

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